Este tipo de
tatuaje se realiza sin agujas y, por tanto, de forma no invasiva sobre la piel. El tinte penetra en la epidermis de forma natural, pero no igual en todas las zonas del cuerpo, siendo más fácil la penetración y el mantenimiento de la coloración en aquellas partes menos grasas como las manos o
los pies.
En líneas generales,
el color se mantiene entre una y tres semanas dependiendo también de la zona seleccionada, del jabón con el que se lava habitualmente la zona tatuada, de las propias cualidades de la henna empleada y del mismo proceso de tatuaje.
Normalmente, una vez
aplicada la henna por las manos expertas de aquellos que saben crear los más asombrosos diseños, ésta se debe dejar secar. Cuando se seque se procede al momento del sellado que se suele realizar con una
mezclar de azúcar y
limón o con gel fijador de pelo. En el primer caso, se debe aplicar la mezcla unas tres veces, dejándola secar entre aplicación, con un pincel o algún otro aplicador escogido para tal efecto.
A partir de entonces, cuanto más tiempo permanezca la mezcla en la piel, más
duradero y oscuro será el tatuaje, aunque también se debe tener en cuenta que el color final también está a merced del propio tono de piel del tatuado. Por lo general, se recomienda como máximo unas 6 horas hasta la retira de la henna con un paño húmedo.
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